Sin auditoría real ni sostenibilidad financiera, el sistema de salud entra en cuidados intensivos. El Congreso guarda silencio.
Foto: Ministerio de salud ColombiaRedacción de RMC Noticias
Bogotá septiembre 9 del 2025, Mientras millones de colombianos esperan una cita médica, una cirugía o una explicación, en el Congreso la reforma a la salud duerme desde abril. El ministro Guillermo Alfonso Jaramillo lo dijo sin eufemismos: el sistema está quebrado, las EPS no cumplen, y los recursos —casi 16 billones de pesos— han desaparecido sin control. El país está ante un punto de quiebre: o se reforma la salud con valentía o se perpetúa una crisis que ya cobra vidas.
El sistema no está en crisis: está en ruinas
No es una coyuntura reciente. La enfermedad del sistema de salud colombiano no es viral ni pasajera. Es estructural. Las EPS acumulan deudas impagables, reportan ingresos inconsistentes y no cumplen requisitos financieros básicos desde hace años. Según informes de la Contraloría General de la República, más de $16 billones no han sido justificados por las EPS entre 2020 y 2024. Es una cifra que no solo indigna: debería alarmar a un país que se dice democrático.
EPS: gestoras de salud o agujeros negros financieros
Lo que inició como un modelo de aseguramiento solidario, se ha convertido en una red de intermediación poco transparente. El propio Ministerio de Salud reconoció que en 2024 se entregaron $87,8 billones a las EPS, pero estas reportaron ingresos por $2,7 billones menos. A esto se suma un hecho aún más inquietante: los copagos de los ciudadanos —cerca de $1,5 billones anuales— tampoco aparecen reflejados. En pocas palabras, el sistema no solo está desfinanciado: está descontrolado.
Los hospitales, relegados al final de la fila
Mientras el dinero se diluye, la infraestructura de salud pública sigue soportando la carga. Jaramillo planteó que la reforma busca que los recursos vayan directamente a clínicas y hospitales, evitando la mediación de entidades que ya han demostrado su ineficiencia. Se propone fortalecer la atención en el primer nivel —ecografías, cirugía básica, atención materno-infantil, psiquiatría— para reducir remisiones y humanizar el servicio. Pero sin recursos claros, todo plan termina siendo retórica.
La auditoría que nunca llegó: fiesta sin supervisión
Más que una reforma, lo que necesita el sistema es una rendición de cuentas real. Entre 2022 y 2023, se habrían hecho anticipos por más de $5 billones a EPS sin verificación de facturación ni destino final del dinero. Algunas de estas entidades, incluso, se habrían autoprestado fondos, borrando la línea entre lo público y lo privado. "Se entregaban dineros sin control ni verificación de facturas", denunció el ministro. Y hoy seguimos sin saber a quién se responsabiliza.
Una deuda que no es solo fiscal, es moral
Mientras se discuten tecnicismos, hay vidas de por medio. Cada día sin reforma es un día más de espera para miles de pacientes. La mortalidad infantil por enfermedades prevenibles sigue activa. La desnutrición materna no cede. Y en los territorios, los hospitales trabajan con insumos vencidos o personal insuficiente. Esta no es solo una reforma legal. Es una deuda con los ciudadanos. Una que no puede pagarse con discursos, sino con decisiones políticas firmes.
Si el Congreso no actúa, el silencio también será corrupción
Desde esta redacción no vemos la reforma a la salud como una bandera partidista, sino como un grito de justicia social. El Congreso tiene la responsabilidad de salir del letargo. No se trata de alinearse con el Gobierno de turno, sino de asumir una postura ética frente a un modelo que se deshace a la vista de todos. Ignorar el problema es también una forma de corrupción. La salud no puede seguir siendo rehén de intereses económicos ni de cálculos electorales.
Si no hay voluntad política, no habrá sistema que salvar. Y si no hay reforma, no habrá excusa que valga cuando los colombianos entiendan —una vez más— que su vida ha sido moneda de cambio.




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