Centro Democrático redefine su ruta presidencial: tensión interna y llamado urgente al consenso
El partido uribista ajusta su calendario tras un comunicado ambiguo y abre la puerta a un acuerdo forzado entre precandidatos
Redacción RMC Noticias
Bogotá, noviembre 13 de 2025. El Centro Democrático atraviesa uno de los momentos más complejos de su historia reciente. Tras un comunicado ambiguo que generó confusión entre militantes y precandidatos, el partido se vio obligado a aclarar su mecanismo de selección presidencial y a convocar un diálogo interno urgente. La fecha del 6 de febrero quedó fijada como límite para que los aspirantes lleguen a un acuerdo, en un escenario donde la sombra del expresidente Álvaro Uribe vuelve a marcar el ritmo político del partido.
Un comunicado que desató la tormenta
La controversia se encendió luego de que el Centro Democrático publicara una comunicación oficial que extendía el calendario interno y abría la posibilidad de escoger hasta dos candidaturas para la consulta interpartidista de marzo. La mención explícita al papel del expresidente Álvaro Uribe en esa definición aumentó la incertidumbre sobre la imparcialidad del proceso. La ambigüedad del mensaje generó reacciones inmediatas y obligó a la dirigencia a rectificar públicamente el alcance de la decisión.
La encuesta queda atrás: el partido replantea su mecanismo
La colectividad confirmó que no realizará la encuesta interna inicialmente prevista para definir su aspirante presidencial. En su lugar, dejó abiertas las alternativas contempladas en sus estatutos: voto interno, designación o consulta militante. Este giro evidencia tensiones profundas entre transparencia y control político, especialmente cuando las reglas se redefinen en plena contienda, algo que varios sectores internos consideran un mensaje inquietante para las bases.
Precandidatos inconformes y señales de fractura
El ruido interno tuvo efectos inmediatos. Andrés Guerra, uno de los postulantes, se retiró del proceso argumentando falta de claridad y cambios a destiempo. Su salida expone una fractura que va más allá de los egos políticos: evidencia la dificultad del partido para garantizar procesos estables en un momento en que la oposición necesita cohesión. La incertidumbre sobre el mecanismo final y el rol de la dirección nacional ha dejado a varios sectores en alerta.
Foto : captura página web del portal del CongresoEl peso del uribismo en la decisión final
Aunque el Centro Democrático afirma que la elección del candidato surgirá de un consenso interno, la figura de Álvaro Uribe vuelve a situarse en el centro del proceso. Sus recientes declaraciones difundidas a través de un comunicado de prensa, junto con su presencia constante en la narrativa oficial del partido, evidencian que su influencia continúa siendo determinante. Para un sector de la militancia, su liderazgo representa un factor de cohesión; para otro, es un límite que impide la renovación política que exigen las circunstancias y que será crucial de cara a la contienda presidencial de 2026.
Un calendario ajustado sin garantías claras
El partido estableció el 6 de febrero como la fecha límite para definir o consensuar su candidatura, pero el mecanismo final permanece abierto. Esta flexibilidad puede ser interpretada como una estrategia para ganar tiempo, pero también como un síntoma de la ausencia de un norte político claro. En un contexto de creciente fragmentación de la derecha, la indefinición puede convertirse en un costo alto para el proyecto uribista.
El reto de reconstruir la confianza interna
Desde esta perspectiva crítica, resulta evidente que el Centro Democrático enfrenta un reto mucho más profundo que la definición de un nombre para la contienda: la tarea urgente es reconstruir la confianza dentro de sus propias filas. Modificar procedimientos sobre la marcha, aplazar decisiones clave e invocar liderazgos históricos puede contener el desorden, pero también deja al descubierto la percepción de que las decisiones cruciales no siempre nacen del consenso interno.
El momento obliga a una reflexión seria: una colectividad incapaz de organizar su estructura interna difícilmente podrá proyectar una imagen de estabilidad hacia el país. La coherencia y la claridad no son simples atributos de buena voluntad; son requisitos esenciales para que cualquier proyecto político mantenga legitimidad. Todavía existe un margen para recomponer el camino, pero la verdadera prueba será si el partido está dispuesto a escuchar a su militancia antes de que las fracturas terminen por erosionar su relevancia en el escenario nacional.





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