Columna de Opinión | El Tren del Valle: una promesa que no puede seguir esperando

 Entre la esperanza regional y la incoherencia nacional

Columna de Opinión | El Tren del Valle: una promesa que no puede seguir esperando
    Pantallazo:   Portal radio nacional foto tren de cercanias

Por: Paulina A Arango M |  RMC Noticias

Una firma que define la confianza en el Estado

Cali, noviembre 9  de 2025. El proyecto del Tren de Cercanías del Valle del Cauca se ha convertido en algo más que una obra de infraestructura: es una prueba de confianza entre las regiones y el Gobierno Nacional. La gobernadora Dilian Francisca Toro ha sido clara: el departamento cumplió con su parte. Las vigencias futuras están aprobadas, el 30 % de la financiación local está asegurado y los estudios técnicos concluidos. Solo faltaba la firma del convenio de cofinanciación que garantizara  el 70 % restante, compromiso que dependía del Estado central.

Desde esta redacción sostenemos que la discusión ya no es técnica ni presupuestal: es política, ética e institucional. Cuando una región cumple, el Gobierno no puede responder con evasivas.

Una región que avanza, un Gobierno que titubea

El Tren de Cercanías del Valle conecta los municipios de Cali, Palmira, Jamundí y Yumbo, y se perfila como el primer sistema ferroviario moderno del suroccidente colombiano. No es una idea improvisada: es el resultado de años de trabajo interinstitucional, con el respaldo de gremios, alcaldías y sectores políticos diversos.

Pese a ello, el presidente Gustavo Petro publicó en su cuenta de X que priorizará el ferrocarril de pasajeros y carga Buenaventura–Yumbo, argumentando que este conecta los centros productivos nacionales con el Pacífico. El mensaje generó desconcierto en la región: no porque el proyecto alterno sea irrelevante, sino porque deja en entredicho un compromiso previamente asumido con el Valle.

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    Mensaje del presidente Gustavo Petro. Foto: Cuenta de X del presidente Gustavo Petro

La firma del convenio significaba para el proyecto cumplir con el cronograma para por fin arrancar obras en 2028, generar más de 14.500 empleos directos e indirectos y poner en marcha el sueño de un tren eléctrico capaz de movilizar 160 mil personas diariamente, integrar 21 estaciones del MIO y reducir en al menos 24 minutos el trayecto entre Jamundí y la terminal de transportes en Cali.

Consecuencias de rehacer estudios previos

Además, esta negativa obliga al Valle del Cauca a reiniciar estudios técnicos y previos, un proceso que no solo retrasa la ejecución del proyecto sino que incrementa costos y genera incertidumbre para inversionistas y comunidades locales. Cada mes perdido se traduce en oportunidades de empleo suspendidas, aumento de la congestión vial y mayores emisiones de carbono por la dependencia del transporte por carretera. La repetición de estudios también debilita la confianza de los sectores privados y gremiales que han respaldado el proyecto, poniendo en riesgo la coordinación político-administrativa alcanzada durante años y, sobre todo, retrasando la llegada de un transporte moderno, eficiente y sostenible que los vallecaucanos esperan con esperanza y paciencia.

Las voces del Congreso: unidad en medio de la incertidumbre

Desde el Congreso, el representante Julián López reiteró el carácter estratégico del proyecto en su mensaje de X:

 Por su parte, Roy Barreras reafirmó el optimismo regional con un tono más enfático:

Ambos mensajes reflejan un consenso poco común en la política vallecaucana: la obra trasciende partidos y gobiernos. Es una demanda social, no un capricho electoral.

Más que rieles: una apuesta por la movilidad y la dignidad

Detrás del trazado del tren hay una promesa de transformación social. De acuerdo con los estudios del proyecto, su ejecución generaría más de 14.000 empleos directos e indirectos, reduciría los tiempos de viaje en más del 40 % y recortaría las emisiones de CO₂ en el área metropolitana.

Pero su impacto va más allá de las cifras: el tren representa la posibilidad de que miles de ciudadanos tengan acceso a un transporte público digno, eficiente y sostenible. Cada kilómetro de vía férrea no solo une municipios, sino historias laborales, familiares y comunitarias que hoy dependen de un sistema de movilidad saturado e inequitativo.

Cuando el discurso de equidad se pone a prueba

El retraso del convenio de cofinanciación revela una contradicción profunda en la narrativa nacional: se habla de descentralización y equidad, pero cuando una región logra articular su gestión, las decisiones se postergan.

No se trata solo del Valle del Cauca. Se trata de un patrón: las regiones productivas del país deben insistir para recibir lo que en justicia les corresponde. Cada día de demora erosiona la confianza institucional y amplía la brecha entre el discurso y la realidad.

El Gobierno Nacional no puede seguir gobernando a distancia, ni permitir que los proyectos regionales dependan del calendario político. El desarrollo requiere continuidad, no cálculo.

La coherencia también construye país

Como medio, afirmamos sin ambigüedad: el Valle del Cauca ha cumplido, el Gobierno Nacional no. Las obras que transforman territorios no pueden depender de la voluntad coyuntural del poder central.

El Tren de Cercanías no es una obra menor: es el símbolo de un país que puede avanzar cuando sus niveles de gobierno cooperan. La coherencia, más que la retórica, es lo que construye nación. Si el Estado no acompaña a las regiones cuando estas cumplen, envía el mensaje de que la planeación no sirve y que el esfuerzo local es irrelevante.

El tren no solo debe ponerse en marcha: debe convertirse en una demostración de que Colombia aún puede avanzar sobre rieles de confianza y corresponsabilidad.

Las regiones también son Estado

El Valle no pide favores, pide respeto. Pide que su palabra tenga el mismo valor que la del Gobierno central. Porque el progreso no debería depender del lugar desde donde se decide, sino del compromiso con el país que se construye desde sus territorios.

El tren simboliza algo más que un sistema de transporte: representa la posibilidad de reconstruir la confianza entre el Estado y sus territorios. Porque el Tren de Cercanías del Valle no es solo una obra: es la metáfora de un país que podría avanzar, si todos empujaran en la misma dirección.

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