El Raptor vigila los cielos del Valle: drones contra el crimen y una nueva mirada a la seguridad ciudadana

El Valle del Cauca estrena una herramienta tecnológica que promete fortalecer la seguridad pública. Pero su llegada abre también un debate sobre vigilancia, derechos y eficacia real.

El Raptor vigila los cielos del Valle: drones contra el crimen y una nueva mirada a la seguridad ciudadana
    Foto: Comunicaciones Gobernación 


Redacción RMC Noticias

Santiago de Cali, 11 noviembre 2025El anuncio de la gobernadora Dilian Francisca Toro marcó un nuevo paso en la estrategia de seguridad del Valle del Cauca: el lanzamiento del Raptor, un sistema de monitoreo aéreo compuesto por cuatro drones de alta tecnología destinados a vigilar el territorio y apoyar a la Fuerza Pública. La iniciativa, enmarcada en un contexto de aumento de delitos urbanos y rurales, busca combinar tecnología, análisis de datos e inteligencia institucional para reforzar el control territorial.

Un sistema que combina vigilancia aérea e inteligencia digital

El Raptor —siglas de Red Aérea de Protección Territorial— está diseñado para integrar en tiempo real imágenes, georreferenciación y alertas con el Centro de Gestión de Emergencias y Seguridad (CGES) del departamento.

Los drones, equipados con cámaras 4K, visión infrarroja y sensores térmicos, pueden detectar movimientos o focos de calor a más de ocho kilómetros de distancia, incluso en condiciones nocturnas.

El coronel (r) Diego Calvo, director del CGES, explicó que los datos obtenidos por los drones se cruzarán con el Observatorio del Delito y el sistema 123, permitiendo una reacción más rápida frente a situaciones de riesgo. Se trata, según sus palabras, de “una red viva de información al servicio de la seguridad ciudadana”.

El Raptor vigila los cielos del Valle: drones contra el crimen y una nueva mirada a la seguridad ciudadana
      Foto: Comunicaciones Gobernación 

Seguridad de alta tecnología: promesa y desafío

La gobernadora Toro presentó el sistema como una herramienta de cinco pilares: control territorial, prevención, identificación de amenazas, análisis de datos y articulación institucional. El mensaje es claro: más tecnología para anticiparse al crimen y disuadir a los delincuentes.

Sin embargo, el reto va más allá del despliegue técnico. Los drones podrán observar desde el aire, pero la eficacia dependerá de cómo se interpreten los datos y se coordinen las respuestas humanas. Sin inteligencia analítica y articulación interinstitucional, la tecnología corre el riesgo de ser solo un símbolo moderno de control.

El Valle, entre la innovación y la necesidad

El Valle del Cauca no estrena su preocupación por la seguridad. En los últimos años, municipios como Cali, Palmira y Buga han registrado altas tasas de homicidio y delitos contra el patrimonio.

La puesta en marcha del Raptor es, por tanto, una respuesta a una urgencia: recuperar la confianza ciudadana en la capacidad del Estado para proteger.
Pero también refleja una tendencia regional: apostarle a la innovación tecnológica como complemento de la acción policial. El reto será garantizar que este modelo no profundice brechas entre zonas vigiladas y territorios invisibles, donde la presencia institucional sigue siendo mínima.

Tecnología, control y ciudadanía: una frontera difusa

La implementación del Raptor plantea una discusión que trasciende lo técnico.
¿Dónde termina la vigilancia legítima y comienza la invasión de la privacidad?
El sistema recopila imágenes y patrones de movimiento, lo que obliga a las autoridades a establecer protocolos claros de manejo de datos y transparencia pública.

En países donde programas similares han sido implementados —como México o España—, los resultados han sido positivos en la reducción de delitos menores, pero también han surgido alertas sobre abuso de vigilancia y uso político de la información.

La confianza de los ciudadanos será la clave: la seguridad no puede construirse sobre la sospecha, sino sobre la legitimidad y la rendición de cuentas.

 Drones sí, pero con humanidad

El Raptor puede ver desde el aire lo que los ojos humanos no alcanzan, pero la seguridad sigue siendo un proceso social, no solo tecnológico.
Cada vuelo deberá acompañarse de presencia institucional en tierra, inversión social y estrategias comunitarias.

La violencia no se combate únicamente con más cámaras, sino con oportunidades, educación y diálogo con las comunidades.
La tecnología sin tejido social es apenas un reflejo de poder, no una solución sostenible.

La llegada del Raptor simboliza un avance en la lucha contra el crimen, pero también refleja una época en la que la sociedad busca sentirse protegida sin renunciar a su libertad. La verdadera seguridad no se mide solo por la cantidad de cámaras o drones en el cielo, sino por la confianza y la justicia que se construyen desde abajo, entre las instituciones y las comunidades.


El Estado tiene el desafío de innovar sin deshumanizar, de vigilar sin alejarse.
Que el vuelo de estos drones sirva para mirar con mayor claridad los problemas del territorio, no para observarlos desde la distancia. Porque en última instancia, la seguridad no se impone: se teje cada día, con la gente y para la gente.


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