La senadora asume la candidatura presidencial del uribismo en un escenario fragmentado, con un electorado cambiante y una derecha que busca redefinirse.
Por: Paulina Arango M
Cali, Valle del Cauca, diciembre 15 de 2025. Una candidatura que ordena la casa, pero abre preguntas
La designación de Paloma Valencia como candidata presidencial del Centro Democrático marca un punto de inflexión para la colectividad fundada por el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Su victoria interna frente a Paola Holguín y María Fernanda Cabal no solo cierra una disputa prolongada, sino que instala un debate mayor: ¿hasta qué punto esta candidatura logra trascender la lealtad partidista y convertirse en una opción competitiva en el escenario nacional?
El pulso interno: una victoria con mensaje político
La contienda dentro del Centro Democrático dejó una señal clara de cohesión estratégica. Valencia emerge como una figura que combina disciplina ideológica, trayectoria legislativa y fidelidad al proyecto uribista, atributos valorados por las bases del partido. Sin embargo, el triunfo también revela un cálculo político: optar por una candidata que ordena el discurso interno, incluso si ello implica sacrificar amplitud electoral en el corto plazo.
El peso del uribismo: respaldo y límite
Llevar las banderas del expresidente Uribe sigue siendo un activo simbólico poderoso, pero también un factor de polarización. Valencia encarna esa herencia sin matices, lo que refuerza su identidad ante el electorado fiel, pero plantea dificultades para conquistar sectores independientes o votantes jóvenes que demandan narrativas menos confrontacionales. La marca Uribe, hoy, moviliza con la misma intensidad con la que genera resistencias.
Reacción y discurso: firmeza sin euforia
Tras su designación, Paloma Valencia adoptó un tono sobrio y enfático, subrayando la necesidad de “recuperar el orden institucional y la seguridad” como ejes de su proyecto. No hubo gestos triunfalistas, sino una apelación a la responsabilidad histórica del partido. Esta reacción revela una candidatura que se asume más como misión política que como aventura personal, un rasgo que fortalece su credibilidad interna.
Viabilidad electoral: entre convicción y realidad
La pregunta central no es si Valencia representa al Centro Democrático —eso ha quedado resuelto—, sino si puede ampliar su techo electoral en un país cansado de las dicotomías tradicionales. Su discurso sólido y argumentado contrasta con una coyuntura que exige empatía social y propuestas transversales. La viabilidad de su aspiración dependerá de su capacidad para leer ese cambio sin diluir su identidad.
Una derecha en búsqueda de relato
El contexto político colombiano muestra una derecha fragmentada, obligada a repensar su lenguaje y prioridades. En ese escenario, la candidatura de Valencia funciona como un ancla doctrinaria, pero también como una prueba: ¿es posible renovar sin romper? ¿Actualizar sin renunciar? El Centro Democrático parece apostar por la coherencia antes que por la experimentación.
Más que una candidatura, un espejo político
Desde una mirada editorial, la nominación de Paloma Valencia es coherente con la lógica interna del partido, pero insuficiente por sí sola para garantizar competitividad nacional. Su aspiración invita a una reflexión más amplia sobre el rumbo de la oposición, el valor de las convicciones y la necesidad de conectar con una ciudadanía diversa. En última instancia, esta candidatura no solo interroga al electorado, sino al propio sistema político colombiano, que sigue buscando equilibrios entre memoria, cambio y futuro.




0 Comentarios