¿Cuidar o transformar? Semana Santa en el Valle del Cauca y el desafío de una seguridad que perdure

¿Cuidar o transformar? Semana Santa en el Valle del Cauca y el desafío de una seguridad que perdure
    Foto: Comunicaciones Gobernación del Valle del Cauca

En tiempos donde la seguridad suele reducirse a una cifra o a una declaración, el anuncio del despliegue de más de 3.200 uniformados en el Valle del Cauca durante Semana Santa podría parecer una medida más, una reacción coyuntural al aumento del turismo y la movilidad. Sin embargo, en este caso, hay algo distinto que merece ser señalado: la voluntad política de asumir la seguridad como una prioridad de fondo y no solo de forma, liderada por la gobernadora Dilian Francisca Toro.

Una apuesta institucional que trasciende la coyuntura

Bajo su administración, el departamento no solo ha respondido con operativos visibles, sino que ha comenzado a construir una narrativa distinta: la seguridad como parte integral del desarrollo social. No se trata únicamente de presencia policial, sino de combinarla con inversión social, diálogo con las comunidades y presencia territorial del Estado. Esa combinación —tan ausente históricamente en muchas regiones del país— es precisamente la que comienza a marcar una diferencia en el Valle.

“Tenemos un compromiso claro con la protección de la vida y la tranquilidad de nuestra gente”, ha reiterado la mandataria en varios espacios públicos. Y este compromiso se traduce no solo en discursos, sino en hechos visibles: recuperación de espacios públicos, mejoramiento de vías rurales, impulso a proyectos productivos en zonas antes dominadas por el abandono estatal.

Seguridad con mapa: dónde estarán los 3.200 efectivos

Según lo confirmó el coronel Pedro Pablo Astaiza, comandante encargado de la Policía Valle, la distribución de los más de 3.200 uniformados se dará de forma estratégica en puntos neurálgicos del departamento.
Entre los corredores priorizados están:

  • Buga–Buenaventura, eje crucial para el comercio y el turismo.

  • Tuluá–Santander de Quilichao, zona históricamente afectada por economías ilegales y disputas territoriales.

  • Los corredores que conectan el Valle con el Eje Cafetero, vitales para el flujo de viajeros y productos.

A esto se suma el acompañamiento de las unidades de la Policía de Tránsito, que reforzarán la seguridad vial y la prevención de accidentes en estos tramos clave durante la temporada alta de movilidad.

Este despliegue, aunque temporal, representa un mensaje claro: la institucionalidad está presente, y está decidida a no ceder terreno ante las lógicas de miedo e ilegalidad.




Semana Santa como espejo de una transformación más profunda

La Semana Mayor es también una oportunidad simbólica: el viaje, el reencuentro, la espiritualidad y el descanso movilizan al país entero. Pero en el Valle del Cauca, estas fechas también reflejan un giro esperanzador. Hoy, más ciudadanos se sienten tranquilos de viajar entre municipios, de visitar Buenaventura, de recorrer rutas que antes evitaban por miedo.

Esa percepción no nace solo del número de patrullas en las vías. Nace del esfuerzo sostenido por cambiar la realidad de un territorio que ha sido históricamente golpeado, pero que ahora empieza a reclamar su derecho al desarrollo, al turismo, a la vida sin sobresaltos.

Lo que no puede olvidarse: lo estructural

No obstante, la reflexión de fondo sigue siendo necesaria. ¿Cómo garantizar que este tipo de acciones no se diluyan al pasar la temporada? ¿Cómo sostener la inversión social, el compromiso territorial y la articulación interinstitucional una vez se acabe la Semana Santa?

La respuesta no puede depender únicamente del número de uniformados. La verdadera garantía está en seguir avanzando con políticas que entrelacen seguridad y desarrollo, prevención y oportunidades, protección y educación.

Y en eso, el liderazgo de la gobernadora Dilian Francisca Toro ha demostrado tener una visión clara: el Valle del Cauca no solo se protege con operativos, se transforma con políticas coherentes y una presencia estatal real, continua y cercana.

Porque cuidar el Valle no es un operativo de siete días. Es un proyecto de dignidad para todos sus habitantes.


Por: Paulina Arango M


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