El abandono de una obra esencial refleja la falta de previsión y el desinterés institucional por la seguridad de los más vulnerables.
Imagen : pantallazo videoEl riesgo inminente de un muro inconcluso
El barrio Los Chorros enfrenta un problema que, aunque invisible para muchos, pone en grave riesgo a más de 40 viviendas. A tan solo unos metros del Hospital Mario Correa Rengifo, un muro de contención inconcluso se erige como un recordatorio de la falta de acción y previsión de las autoridades. Construido hace tres años, el muro quedó incompleto de manera abrupta, dejando una zona montañosa vulnerable a deslizamientos de tierra que se han incrementado con las lluvias. Este peligro latente no solo pone en riesgo vidas, sino que también refleja una grave falencia en la gestión del riesgo urbano y en la atención a las necesidades de los sectores más desprotegidos.
Un proyecto abandonado: ¿Qué falló en el proceso?
El muro de contención, que debía proteger a las viviendas y evitar deslizamientos, es un ejemplo claro de lo que ocurre cuando los proyectos de infraestructura quedan a medio camino. Tres años después de su inicio, las autoridades no han completado la obra, y los residentes se enfrentan a la amenaza constante de un desastre. Esta situación no es un hecho aislado, sino un síntoma de una deficiencia estructural en los procesos de planificación urbana y en la respuesta del gobierno local frente a emergencias que afectan a las comunidades más vulnerables.
El abandono de obras esenciales como esta revela un patrón preocupante de desinterés por la seguridad de la población. La comunidad de Los Chorros, al igual que otras en zonas vulnerables, se encuentra en una posición donde las promesas de los gobernantes se desvanecen con el paso del tiempo, dejando a los residentes a merced de riesgos previsibles y evitables.
Una ciudad en riesgo: la responsabilidad colectiva
La historia del muro inconcluso en Los Chorros no debe verse únicamente como un caso aislado, sino como una llamada de atención sobre la falta de una visión a largo plazo en la gestión del riesgo urbano. Las autoridades locales deben asumir que, cuando se habla de infraestructura pública, no se trata solo de edificar, sino de anticiparse a los peligros que pueden poner en peligro a cientos o miles de personas. Los deslizamientos de tierra, las lluvias intensas y los movimientos de agua subterránea no son fenómenos nuevos en nuestra ciudad, pero la falta de acción en zonas de alto riesgo demuestra una alarmante indiferencia frente a lo que está en juego.
Aquí es donde la responsabilidad colectiva entra en juego. No solo son las autoridades las que deben intervenir, sino que los ciudadanos también tienen un papel importante en exigir la culminación de proyectos de vital importancia como el muro de contención en Los Chorros. El cuidado de la seguridad pública no debe depender exclusivamente de la acción gubernamental, sino de una consciencia compartida que impulse a todos los actores sociales a velar por el bienestar común.
¿Qué necesita los chorros hoy?
La urgencia es clara: completar el muro de contención. Pero esta acción no debe quedarse en la resolución inmediata de un problema específico. Lo que está en juego es mucho más que la seguridad de unas cuantas viviendas. Es la integridad de una comunidad que ha sido históricamente desatendida. Las autoridades locales deben actuar con rapidez, pero también con un enfoque preventivo y a largo plazo que contemple todos los riesgos de la zona.
Además de completar el muro de contención, es fundamental que se implementen medidas adicionales de monitoreo y prevención en la zona. Los residentes de Los Chorros necesitan saber que las instituciones están comprometidas con su seguridad, que no están solos frente a las adversidades, y que se están tomando decisiones informadas y estratégicas para mitigar los riesgos a futuro.
La prevención como prioridad
El caso de Los Chorros es un llamado a la reflexión sobre cómo las ciudades gestionan el riesgo. La prevención no debe verse como un gasto, sino como una inversión en la protección de la vida y el bienestar de la ciudadanía. No podemos seguir esperando a que los desastres ocurran para reaccionar. Las obras como el muro de contención son cruciales, pero también lo es la forma en que nos prepararnos para lo impredecible.
Las autoridades deben cumplir con su responsabilidad de actuar antes de que el desastre llegue. La falta de previsión no solo cuesta vidas, sino que socava la confianza de la comunidad en las instituciones encargadas de protegerla. Los Chorros nos recuerda, con urgencia, que la prevención no es solo una opción, sino una obligación moral.
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