Con un 85% de avance, la obra entre Tuluá y Andalucía redefine el papel de la conectividad en la seguridad vial y el desarrollo agrícola.
Redacción de RMC Noticias |
Cali/ abril de 2025
Una obra pensada para durar
La estructura, que reemplaza al antiguo puente sobre el río Tuluá —ya obsoleto y riesgoso—, cuenta con una superestructura de 40 metros de longitud, accesos que suman 260 metros adicionales, y un ancho promedio de 8 metros, según informó el secretario de Infraestructura del Valle, Frank Ramírez. Actualmente, el trabajo se concentra en la fundición de la losa que soportará la capa de rodadura, una fase clave antes de la entrega final.
Este nuevo puente no es una obra aislada: hace parte de un plan regional de modernización vial que busca garantizar el tránsito seguro de vehículos particulares y de carga, especialmente en corredores agrícolas que habían sido históricamente relegados.
Más que concreto: el puente como corredor productivo
La importancia del puente Papayal no se mide solo en metros lineales o millones invertidos. Su verdadero valor está en cómo mejorará la circulación de productos agropecuarios entre dos municipios clave del centro del Valle. Son más de 220 mil personas las que se beneficiarán directamente de esta intervención, que facilitará el traslado hacia los centros de acopio y comercialización.
Con una inversión cercana a los $10.000 millones de pesos, la infraestructura también mejora la competitividad del pequeño y mediano productor, muchas veces perjudicado por vías en mal estado o pasos restringidos que encarecen el transporte y desgastan la logística.
Infraestructura que transforma territorios, no solo paisajes
Para los habitantes de la zona, esta obra representa más que una mejora física: es la evidencia de que el desarrollo también puede llegar a lo rural. El puente no solo conecta Tuluá con Andalucía, sino que acerca servicios, reduce tiempos, y devuelve confianza a comunidades que han sentido el abandono institucional durante años.
“Seguimos avanzando con infraestructura que transforma el paraíso de todos”, afirmó Ramírez, resaltando que este tipo de obras no solo repara caminos, sino también relaciones entre la ciudadanía y el Estado.
Un llamado a pensar el desarrollo desde las orillas
Obras como la del puente Papayal son una oportunidad para reflexionar sobre el modelo de inversión pública. Cuando se construye infraestructura pensando en lo humano, lo productivo y lo sostenible, los resultados se amplifican. Porque un puente no es solo un paso físico: es una apuesta por la equidad territorial, la inclusión económica y la dignificación de las periferias.
En tiempos en que las grandes obras suelen medirse por su espectacularidad o impacto mediático, el puente Papayal nos recuerda que lo verdaderamente transformador puede estar en los detalles invisibles: en los caminos que antes no se recorrían, en las cargas que antes no llegaban, en los tiempos que ahora se ganan.
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