Colombia se acerca al nuevo orden financiero Global. El ingreso al Banco de Desarrollo de los BRICS marcaría un giro estratégico en la política económica del país
Una decisión estratégica: Colombia solicita unirse al banco de los BRICS
En un momento en que el mundo reconfigura sus ejes de poder económico, Colombia ha decidido dar un paso que podría redefinir su modelo de desarrollo: solicitar su ingreso al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), el brazo financiero del bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
El anuncio, realizado el 16 de mayo de 2025 por el presidente Gustavo Petro, busca abrir una nueva vía de financiamiento e inserción internacional para el país. Este movimiento, aunque técnico en apariencia, tiene implicaciones profundas en la manera en que Colombia se proyecta en el escenario geoeconómico global.
¿Qué es el nuevo banco de desarrollo y por qué importa?
Creado en 2014 como una alternativa al sistema financiero liderado por el FMI y el Banco Mundial, el Nuevo Banco de Desarrollo se presenta como una institución pensada para economías emergentes, con el objetivo de financiar proyectos de infraestructura, energía sostenible y desarrollo económico bajo condiciones más flexibles y justas.
Para Colombia, esta membresía abriría la puerta a créditos con tasas más bajas, menos condicionalidades políticas y una agenda de desarrollo más alineada con sus necesidades estructurales, en especial en infraestructura, transición energética y conectividad regional.
¿Por qué ahora? Contexto interno y visión de futuro
Colombia enfrenta retos fiscales y sociales que exigen nuevas fuentes de financiación. El acceso limitado al crédito internacional y la volatilidad de los mercados han puesto presión sobre las finanzas del país. En este contexto, el ingreso al NDB no solo se lee como una búsqueda de mejores condiciones económicas, sino también como un gesto simbólico: un país que quiere romper con la dependencia exclusiva de los organismos multilaterales tradicionales.
El presidente Petro lo ha dejado claro: el modelo económico necesita aire fresco. Y ese aire podría venir de alianzas con nuevos actores globales, menos centrados en Washington y más afines a las realidades del Sur Global.
Más que financiamiento: un giro en la política exterior
La solicitud al NDB no es simplemente una jugada financiera. También representa un cambio de postura diplomática. Colombia, históricamente alineada con Occidente, se muestra ahora interesada en diversificar sus alianzas geopolíticas, acercándose a potencias emergentes como China, India y Brasil.
Este movimiento tiene el potencial de fortalecer relaciones comerciales, tecnológicas y estratégicas con países que han crecido fuera de los márgenes del sistema financiero tradicional. Para Colombia, este giro puede significar mayor autonomía política y más opciones para negociar en un mundo cada vez más multipolar.
¿Qué obstáculos enfrenta la solicitud?
A pesar del entusiasmo inicial, el camino hacia la integración no está libre de obstáculos. La admisión de nuevos miembros en el NDB depende del consenso entre los países fundadores, quienes evaluarán factores como la estabilidad política, la salud económica y la alineación estratégica de Colombia con los objetivos del banco.
Además, a nivel interno, el país deberá fortalecer su institucionalidad y demostrar capacidad de ejecución en proyectos que requieran financiamiento externo. Sin estos avances, la ventana de oportunidad podría cerrarse o quedar limitada a alianzas de bajo impacto.
Una jugada arriesgada, pero necesaria
Colombia apuesta por una nueva arquitectura financiera. La solicitud para ingresar al NDB es parte de una visión que busca superar los límites del modelo tradicional de desarrollo. No es solo un gesto diplomático ni una medida técnica: es una declaración de principios en un mundo que exige repensar las reglas del juego.
Si la membresía se concreta, el país podría beneficiarse de nuevas fuentes de financiamiento, mayor resiliencia económica y un papel más activo en el diálogo Sur-Sur. En un escenario global marcado por la incertidumbre, esta decisión podría ser uno de los movimientos más audaces —y estratégicos— del gobierno Petro.
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