De la flexibilización a la justicia: el nuevo rumbo de la reforma laboral en Colombia

Reforma laboral en Colombia: del retroceso al restablecimiento de derechos

De la flexibilización a la justicia: el nuevo rumbo de la reforma laboral en Colombia
   Imagen pantallazo al portal horaenpunto


Por : Redacción  RMC Noticias,  28  de mayo de 2025


Un país no avanza si deja atrás a quienes lo construyen

Mientras Colombia se debate en su laberinto político y económico, una verdad se mantiene firme: no hay progreso real sin justicia laboral. Lo que se discute hoy en el Congreso —en jornadas prolongadas y bajo la lupa de sectores enfrentados— no es solo una reforma laboral. Es un acto de reparación histórica.

Porque las leyes laborales no son simples normas. Son el lenguaje con el que un país decide qué tan digna es la vida de quienes lo sostienen con su trabajo. Y ese lenguaje, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, fue reescrito con una narrativa de flexibilización, precarización y debilitamiento de los derechos colectivos.

Una reforma para iluminar lo que se oscureció

Durante los primeros años del siglo XXI, Colombia asistió al desmantelamiento paulatino de una arquitectura legal que había costado décadas construir. Bajo la lógica de "modernizar" el empleo, la reforma laboral de 2002 eliminó recargos por trabajo dominical y nocturno, restringió la estabilidad laboral, facilitó la tercerización y redujo de facto el poder de los sindicatos y la negociación colectiva.

Lo que hoy discute el Congreso —y lo que parcialmente se ha aprobado en tercer debate— busca, al menos en parte, revertir ese proceso de debilitamiento estructural.

La jornada nocturna: un símbolo del retroceso y su posible reversa

Uno de los puntos más simbólicos es la recuperación del recargo por trabajo nocturno, que se comenzará a pagar desde las 7:00 p.m. y no desde las 9:00 p.m., como se estableció en 2002. Este cambio no es simplemente contable; es una declaración política y moral: el tiempo personal vale, y quien lo entrega al trabajo debe ser justamente compensado.

Libertad sindical y negociación colectiva: de las sombras a la reconstrucción

Durante el uribismo, la estigmatización del sindicalismo se convirtió en política de Estado no oficial. La criminalización del ejercicio sindical, el uso extendido de pactos colectivos para dividir a los trabajadores y la falta de garantías para la negociación fueron prácticas comunes y solapadas.

La nueva reforma se propone fortalecer la libertad de asociación, garantizar el derecho efectivo a la negociación colectiva y frenar los abusos de la tercerización que impiden la organización laboral. No es una revolución; es un reequilibrio necesario.

Estabilidad laboral y contratos justos: el centro de una economía digna

Otro eje es la revisión del contrato de aprendizaje, que se transformará en un contrato laboral a término fijo con pagos más justos. Esto rompe con una lógica que naturalizó el uso de figuras laborales diluidas y desreguladas como puerta de entrada al empleo juvenil, muchas veces sin protección ni continuidad.

El empleo digno no es empleo por sí mismo. Es trabajo con garantías, con horizonte, con derechos. Y esa idea fue enterrada en los años 2000 bajo la promesa de crecimiento y eficiencia.

 El Congreso como escenario de una disputa moral

La reforma laboral aún debe pasar por el Senado y enfrentar la etapa de conciliación. Pero más allá del trámite legislativo, estamos ante un momento ético para la clase política. Es la oportunidad de demostrar si son capaces de mirar hacia atrás, reconocer errores históricos y legislar con la dignidad humana como norte.

Esta reforma no es perfecta. Tiene ambigüedades y enfrenta presiones poderosas de los gremios económicos. Pero representa una dirección correcta: devolver a los trabajadores el lugar que nunca debieron perder en el pacto social colombiano.

El trabajo no se reforma, se respeta

Colombia no necesita una reforma laboral para adaptarse al mercado. Necesita una reforma para respetar el trabajo y al trabajador. Para recordar que los derechos laborales no son privilegios ni obstáculos, sino el piso mínimo para una economía humana y una sociedad civilizada.

No se trata de volver al pasado, sino de enmendar lo que se fracturó. Si el Congreso y el Gobierno están a la altura del momento, esta reforma será más que un texto legal: será una señal de que la historia puede corregirse, cuando se escucha la voz de quienes siempre han sido silenciados.


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