Marco Rubio advierte: colombianos sin visa podrían perderse el Mundial 2026

Alerta por visas de EE.UU. a colombianos que quieren asistir al Mundial 2026

¿Y si no alcanzamos
     
Marco Rubio, nuevo secretario de Estado de Estados Unidos. Foto: EFE

Por : Redacción  RMC Noticias

En una audiencia reciente ante la Cámara de Representantes, el Secretario de Estado de Estados Unidos lanzó una advertencia que dejó en pausa el entusiasmo de miles de hinchas colombianos: "Si no han tramitado su visa, no alcanzarán a llegar al Mundial de Fútbol". La declaración, en apariencia técnica, revela un problema mucho más profundo: las barreras de movilidad que enfrentan los ciudadanos de países como Colombia, incluso cuando el acceso no debería ser un privilegio, sino un derecho.

La burocracia como frontera invisible

Quienes han intentado sacar la visa estadounidense desde Colombia saben que no se trata simplemente de una cita consular. Se trata de un proceso que puede tardar más de un año, entre formularios, pagos, entrevistas y, en muchos casos, negaciones sin explicaciones claras.

En este contexto, el llamado de atención del Secretario de Estado no parece una advertencia amistosa, sino una constatación de la desigualdad estructural que impide que gran parte de la población pueda ejercer su derecho a la libre circulación. ¿De qué sirve tener el dinero para viajar si no se tiene el permiso? ¿De qué sirve que el fútbol prometa unir culturas, si los estadios solo pueden llenarse de quienes tienen los papeles correctos?

Fútbol para unos pocos: el Mundial como vitrina desigual

El Mundial 2026 será histórico: por primera vez será organizado por tres países —Estados Unidos, México y Canadá— y contará con 48 selecciones. El sueño de asistir está latente en miles de aficionados colombianos. Pero mientras algunos preparan sus camisetas, otros se enfrentan a un laberinto consular que les impide siquiera pensar en comprar un tiquete de avión.

La pregunta no es retórica: ¿quién puede viajar al Mundial? Más allá del deporte, lo que está en juego es el acceso a la experiencia global, a la posibilidad de estar presente en uno de los eventos más vistos del planeta, algo que para muchos países del norte es un hecho, y para muchos del sur, un obstáculo.

Más que una advertencia: una radiografía del sistema

La frase del Secretario de Estado, dicha en tono pragmático, opera como síntoma. Devela cómo los sistemas migratorios pueden restringir el acceso a oportunidades culturales, sociales y afectivas. Porque no se trata solo de ir a ver fútbol. Se trata de la posibilidad de moverse, de ser parte de una comunidad global de espectadores que comparten una pasión común.

Y sí, hay alternativas: algunos portales señalan que aún es posible solicitar citas de emergencia, explorar visas con terceros países o buscar oportunidades mediante programas especiales. Pero ¿cuántos colombianos tienen el conocimiento o los recursos para hacerlo?

¿Y la solución?

La embajada de Estados Unidos en Colombia ha señalado que trabaja para reducir los tiempos de espera y ampliar la capacidad de atención. Incluso ha sugerido que quienes ya hayan tenido visa y necesiten renovarla pueden hacerlo sin entrevista. Pero la realidad es que el trámite sigue siendo excluyente, especialmente para quienes viven fuera de Bogotá, no dominan el inglés o no cuentan con acceso digital adecuado.

La solución, por ahora, no está del lado de los hinchas. Está en manos de los Estados, de los organismos multilaterales, y de una ciudadanía que exija que el derecho a la movilidad no dependa del lugar de nacimiento. Porque el problema no es el fútbol. Es la frontera simbólica que lo rodea.

Más allá del Mundial: una conversación pendiente

El Mundial 2026 será una celebración del fútbol, sí. Pero también será una oportunidad para evidenciar cuán desiguales son los caminos que llevan a esa celebración. Mientras en algunos países basta con hacer maletas, en otros se necesita una carrera de obstáculos.

Lo que el Secretario de Estado dejó claro, quizá sin quererlo, es que el acceso al espectáculo global no es neutral. Tiene pasaporte, tiene visa, tiene jerarquías. Y si no queremos que ese acceso siga siendo privilegio de unos pocos, tendremos que seguir preguntando —y exigiendo— mucho más que una cita consular.


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