Con el primer registro sanitario étnico artesanal del Valle, Bonaventura se posiciona como cuna del emprendimiento cultural del Pacífico
Un reconocimiento histórico para la cultura líquida del Pacífico
‘Curachón’, emprendimiento liderado por Jovi Aragón Hurtado, ha hecho historia al recibir del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA) el primer registro sanitario en la categoría Artesanal Étnica para el viche, licor ancestral con profundas raíces afrocolombianas. Este reconocimiento no solo valida la calidad del producto, sino que fortalece la lucha de las comunidades que han defendido la legitimidad de sus saberes tradicionales frente a estructuras legales excluyentes.
El respaldo institucional que abrió las puertas de la legalidad
Este avance no se habría logrado sin el acompañamiento técnico y político de la Gobernación del Valle del Cauca, que desde 2019 ha venido fortaleciendo el sistema vichero a través de ordenanzas, dotación de insumos a comunidades productoras como las de Cajambre y Triana, y la creación del Fondo para el Desarrollo del Viche (FONVICHE). Así, se institucionaliza una bebida que históricamente fue marginalizada, permitiendo su ingreso a mercados formales sin perder su identidad cultural.
Legalización que dignifica los saberes y a sus portadores
La obtención del registro sanitario especial representa una oportunidad para dignificar a quienes han sostenido esta tradición. En palabras del propio Aragón Hurtado, este paso "abre las puertas a todo el ecosistema vichero de los cuatro departamentos del litoral Pacífico", al permitir a otros productores iniciar sus procesos de legalización sin temor a sanciones ni decomisos, bajo un modelo que respeta el carácter étnico y artesanal del producto.
Patrimonio, economía y soberanía cultural
La consolidación de ‘Curachón’ como producto legal no solo es un avance simbólico, sino también económico. El viche fue declarado Patrimonio Cultural del Valle del Cauca en 2019, pero solo hasta ahora comienza a transitar con fuerza hacia la industria legal, generando empleo, emprendimientos sostenibles y nuevas formas de soberanía alimentaria y comercial en las comunidades afrocolombianas. El registro permite su venta en tiendas, ferias y canales de distribución formales con plena garantía sanitaria.
El desafío pendiente: legalizar los derivados del viche
Aunque el hito es significativo, la legalización de los derivados del viche —como el arrechón, el tomaseca o el curao— aún está en pausa. Según la Ley 2158 de 2021, será hasta el año 2026 que el INVIMA pueda comenzar a emitir registros para estas bebidas. La Gobernación del Valle, a través de su Unidad de Rentas, ha reiterado el compromiso de acompañar estos procesos, exhortando a los productores a prepararse para cumplir con los lineamientos normativos establecidos.
Más que un licor: una narrativa de resistencia cultural
La historia del viche es también la historia de la resistencia afrocolombiana. Su producción, transmitida de generación en generación, ha sido un acto de preservación cultural frente al olvido. El reconocimiento institucional de ‘Curachón’ es una victoria simbólica en esta lucha, donde el saber ancestral se valida no solo como legítimo, sino como fuente de desarrollo económico, identidad y dignidad.ue la legalidad no desplac
Que la legalidad no desplace la esencia
Como medio comprometido con las voces del territorio, celebramos este avance como un acto de justicia histórica. No obstante, alertamos sobre el riesgo de que la legalidad técnica impuesta desde los centros de poder burocráticos diluya el carácter espiritual, ritual y comunitario del viche. Invitamos a los entes de control, al sector público y a la academia a seguir construyendo rutas de legalización que respeten la cosmovisión de los pueblos afrocolombianos, sin imponer modelos extractivistas ni comerciales que terminen despojando a las comunidades de su legado. El camino apenas empieza: la legalización debe ser herramienta de inclusión, no de desplazamiento cultural.
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