Vestidos de blanco y con banderas en mano, miles de caleños caminaron en silencio para decirle “basta” a la violencia y al miedo
Un recorrido con el corazón en alto
La jornada arrancó a las 9:00 a.m. en el Parque Panamericano, mejor conocido como el Parque de las Banderas. Desde allí, familias, jóvenes, adultos mayores y trabajadores marcharon juntos hasta la Plazoleta Jairo Varela, en el centro de la ciudad. Todos vestían de blanco, muchos llevaban fotos de seres queridos, y otros, carteles con mensajes como “Colombia merece paz”, “No más sangre por pensar diferente” o simplemente, “Te queremos vivo”. Fue una caminata tranquila, sin interrupciones, pero cargada de emoción y determinación.
Una ciudad que se cansó del miedo
La Marcha del Silencio fue convocada luego del atentado que sufrió el senador Miguel Uribe Turbay el pasado 7 de junio. Pero en Cali, la causa tomó un sentido más amplio: no era solo por un político, era por todos. Era por los líderes sociales asesinados, por los jóvenes silenciados, por las madres que no volvieron a ver a sus hijos. Por eso, muchos decidieron salir ese domingo, no por ideología, sino por humanidad. Porque a todos, en algún momento, nos ha dolido Colombia.
Lo que el silencio permitió escuchar
Durante la marcha, no se oyeron arengas ni discursos. Pero en ese silencio, muchos descubrieron algo distinto: que a veces, el dolor se respeta mejor sin palabras. Que la unión no necesita gritar. Que el respeto se siente cuando no hay odio en el aire. Como dijo una joven participante: “Hoy no vinimos a protestar, vinimos a sanar”. Y en esa sanación colectiva, Cali se convirtió por unas horas en un ejemplo de lo que podríamos ser si aprendemos a escucharnos sin agredirnos.
Una marcha sin disturbios, con sentido y con esperanza
Las autoridades reportaron una jornada pacífica y ejemplar. No hubo disturbios ni enfrentamientos, solo pasos firmes y un mensaje claro: no queremos más violencia. En redes sociales, las imágenes hablaron por sí solas. Desde lo alto, se veía una ciudad caminando unida, sin colores políticos, solo con el blanco de la paz. Fue un gesto que tocó corazones y encendió una pequeña chispa de esperanza.
Cuando una ciudad decide no callar más
Desde este medio, celebramos este tipo de manifestaciones que, sin una sola palabra, logran tanto. La Marcha del Silencio no fue solo un evento; fue una señal de que todavía hay esperanza, de que la gente está cansada, pero no resignada. Hoy más que nunca, necesitamos actos como este, que nos recuerden que el respeto y la empatía son más fuertes que el odio. Que no hace falta gritar para pedir un cambio. Que Colombia puede caminar unida si aprendemos a cuidarnos entre todos.
¿Y tú? ¿Qué estás haciendo hoy por la paz? Tal vez el primer paso también pueda ser en silencio.
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