Este martes 17 de junio, el país se une en una jornada simbólica por la paz, convocada por la Federación Nacional de Departamentos y respaldada por la Gobernación del Valle
El poder simbólico de una vela encendida
Impulsada por la Federación Nacional de Departamentos y acogida por la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, esta jornada es mucho más que un acto simbólico. Es una respuesta serena pero firme ante el incremento de los discursos de odio, los ataques a líderes sociales y las amenazas que aún persisten en muchas regiones del país. “Queremos enviar un mensaje claro: la vida está por encima de las diferencias. Esta es una oportunidad para desescalar la violencia con un lenguaje sanador”, declaró la mandataria durante la presentación oficial del evento.
Jamundí, epicentro de una luz esperanzadora
En el Valle del Cauca, el acto central se llevará a cabo en el parque Bajo Palacé de Jamundí, un municipio que ha vivido de cerca las consecuencias del conflicto armado y que hoy levanta su voz —en silencio, pero con fuerza— por una Colombia en paz. Simultáneamente, en los demás municipios del departamento, se realizarán encuentros en plazas principales, iglesias y centros culturales, donde comunidades religiosas, gestores sociales y ciudadanos encenderán velas como símbolo de unión y resistencia pacífica.
Más que un acto, un llamado al compromiso ciudadano
Esta iniciativa tiene como objetivo trascender el acto puntual de encender una luz. Es una invitación a la acción sostenida: a cuestionar nuestras formas de relacionarnos, a fortalecer el tejido social desde el respeto y la empatía, y a rechazar toda forma de violencia, venga de donde venga. En palabras de la Gobernación del Valle, este es un momento para "unirnos porque todos merecemos un país sin odios". El mensaje no distingue colores políticos ni credos, sino que apela a la humanidad compartida que todos tenemos en común.
Cuando la luz no solo alumbra, también transforma
Desde esta redacción, respaldamos y aplaudimos toda manifestación pacífica que promueva el respeto por la vida como principio innegociable. En tiempos donde la confrontación parece ser la norma, el gesto de encender una vela puede parecer simple. Sin embargo, cuando ese gesto se multiplica en cientos de ciudades y miles de manos, se convierte en una declaración de principios. Que este martes no se quede solo en un evento, sino que marque el inicio de un nuevo lenguaje entre colombianos: uno que ilumine las diferencias sin destruirlas, y que defienda la vida por encima de cualquier ideología. Que cada vela encendida sea un compromiso personal con la paz.
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