Petronio Álvarez 2025: Más que un festival, una voz del pacífico que suena en el mundo

Una ciudad que vibra, pero también recuerda, cuestiona y propone

Petronio Álvarez 2025: Más que un festival, una voz del pacífico que esuena en el undo
 
  Foto : Prensa Alcaldia de Cali 


Redacción de RMC Noticias


Santiago de Cali, 18 de agosto de 2025 — El Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez concluyó una de sus ediciones más multitudinarias, vibrantes y diversas. Con más de 800 mil asistentes y un impacto económico que superó los 20 millones de dólares, el evento se reafirma como un motor cultural y económico. Sin embargo, lo que ocurrió en Cali estos seis días fue más que una fiesta: fue una declaración cultural con implicaciones profundas para el país y para las comunidades que han sido históricamente invisibilizadas.

Entre la alegría y la deuda histórica: lo que nos dice el Petronio

Desde hace casi tres décadas, el Petronio Álvarez ha dejado de ser solo un encuentro de músicas del Pacífico. Hoy, es un espacio de construcción simbólica que concentra memorias, revaloriza identidades afro y plantea, sin titubeos, un modelo alternativo de lo que podría ser Colombia si realmente asumiera la diversidad como eje de nación.

El festival no solo reúne a artistas o cocineros tradicionales. Reúne heridas no cerradas, luchas aún vigentes y esperanzas que no se apagan. En cada tambor hay un reclamo. En cada plato de arroz con camarón, un relato. En cada sorbo de viche, una herencia que no se negocia.

800 mil personas, pero ¿cuántas realidades?

Sí, la asistencia fue masiva. La Ciudadela Petronio —en la Unidad Deportiva Alberto Galindo— recibió a miles, mientras que los eventos descentralizados en centros comerciales, universidades y espacios públicos ampliaron el alcance del festival. Pero entre los números —siempre útiles para justificar presupuestos— hay una pregunta que incomoda: ¿qué pasa con el Petronio los 359 días restantes del año?

La apuesta institucional fue evidente. Pero el verdadero logro está en lo que la comunidad ha sostenido durante décadas sin respaldo suficiente. Porque lo que se ve hoy como una plataforma consolidada, empezó como resistencia. Y esa memoria no puede borrarse entre luces LED, pantallas gigantes y discursos correctos.

Un festival que habla todos los idiomas

Las historias que se tejieron en esta edición cruzan fronteras y acentos. Francesas emocionadas con el viche, un neerlandés que descubrió el Pacífico a través de un baile, alemanas que enseñan su idioma en colegios caleños y aprendieron, por fin, la sonoridad de una cultura que no se traduce fácilmente.

La presencia de estos turistas no es anecdótica: es simbólica. Porque el Petronio logra lo que pocas instituciones diplomáticas han conseguido —hacer de la cultura una forma de hospitalidad radical—. No como folclor de exportación, sino como inmersión honesta en una experiencia colectiva.

Petronio Álvarez 2025: Más que un festival, una voz del pacífico que esuena en el undo
     Foto : Prensa Alcaldia de Cali 

Lo que no se ve desde la tarima: economía, residuos y riesgos

Mientras la música sonaba y el público celebraba, también se movían otras cifras que revelan el poder —y el peso— del Petronio. Casi 200 portadoras y portadores de tradición generaron ventas por cerca de 8 mil millones de pesos, con incrementos de hasta el 70% respecto a 2024. Esto no es menor: en una economía que sigue marginando al saber ancestral, el Petronio es una excepción poderosa, pero aún insuficiente.

En paralelo, se recolectaron más de 50 toneladas de residuos, se recuperaron 35.000 botellas plásticas y se ejecutaron operativos de seguridad que lograron un saldo sin incidentes graves. Se renovaron luminarias, se instalaron postes sustentables, y 10 mil asistentes interactuaron con un chatbot ambiental. Todo eso importa. Pero también interpela: ¿cuántos de estos esfuerzos permanecen después del desmontaje?

La afrocolombianidad como política, no como espectáculo

Petronio Álvarez 2025 nos deja una certeza incómoda: el país aún no ha entendido del todo lo que significa tener una población afrodescendiente que ha sido excluida, pero nunca silenciada. Este festival, por más potente que sea, no reemplaza políticas públicas sólidas. No suple salud, ni tierra, ni acceso a la educación. Pero sí señala el camino de lo que podría pasar si el Estado y la sociedad se tomaran en serio la palabra reparación.

En cada panel del Pabellón CaliAfro —con invitados de Ghana, Trinidad y Tobago, Costa Rica y Estados Unidos— se discutieron temas estructurales: estética afro, economía, moda, resistencia. Pero esos debates no pueden quedarse en los auditorios. Tienen que migrar a los planes de desarrollo, a las decisiones de inversión, al currículo escolar.Hacia los 30 años: lo que debe (y puede) venir

La edición número 30 del Petronio ya se anuncia con ambición: una Cumbre Afrodiaspórica Mundial, un documental que retratará las realidades afrocolombianas y una nueva versión de la Guía Incompleta del Festival Petronio Álvarez. Suena prometedor. Pero también suena a punto de inflexión.

¿Será el Petronio capaz de pasar de la narrativa a la estructura? ¿Logrará que sus aprendizajes se traduzcan en acciones permanentes? ¿O seguirá siendo —como tantos otros festivales— un oasis brillante en medio de políticas intermitentes?

¿Y si el Petronio fuera política pública permanente?

Más allá de los balances cuantitativos, el Festival Petronio Álvarez nos obliga a preguntarnos algo esencial: ¿qué pasaría si su enfoque cultural, su mirada desde la ancestralidad, su lógica comunitaria y su potencia económica fueran políticas permanentes de ciudad y no solo estrategias de temporada?

El Petronio no solo reactiva la economía: activa imaginarios. Enseña que la cultura no es un adorno, sino un derecho. Que el legado afro no puede seguir siendo marginalizado o folklorizado. Que es momento de pensar en serio cómo se redistribuyen los recursos culturales, quiénes cuentan las historias y a quiénes se les sigue negando el derecho a hacer parte del relato.

El reto no es organizar un gran festival. Eso ya se hace. El reto es construir una ciudad donde Petronio no sea la excepción, sino la norma. Donde la cultura viva todos los días en las esquinas, en las escuelas, en las decisiones políticas. Donde los tambores no solo suenen en agosto, sino que se escuchen como parte del pulso cotidiano de una ciudad que, cuando quiere, sabe bailar con el alma.

0 Comentarios

cajon

RMC: Información, análisis, y veracidad en las noticias

Invitamos a todos aquellos interesados en promover la cultura, la creatividad y la sostenibilidad a ser parte de este movimiento. Juntos, podemos construir un futuro más equitativo, donde las voces de todas las comunidades sean una pieza clave en el relato del país.