La ciudad enciende sus monumentos con energía limpia como mensaje de sostenibilidad urbana
Luces que no solo alumbran: también comunican
Los monumentos que se visten de verde no son simples estructuras. Son narradores silenciosos de una historia compartida que abarca cultura, naturaleza, memoria y ciudadanía. Cristo Rey, el Teatro Municipal, el Gato de Tejada, Las Gatas del Río, la Fuente de El Peñón, María Mulata y el Monumento a la Medicina conforman un mapa emocional de la ciudad. Al iluminarlos, no solo se embellece el paisaje: se dignifica el relato urbano y se invita a la reflexión colectiva.
Foto: Comunicaciones Alcaldía de CaliEficiencia energética como política pública, no como gesto decorativo
El uso de luminarias LED, que reduce el consumo energético hasta en un 70%, no es un dato técnico menor. En tiempos de crisis climática, cada kilovatio ahorrado es una declaración política. Camilo Murcia, director técnico de la Uaesp, lo sintetizó con claridad: “La luz que brilla sobre nuestros hitos es limpia, eficiente y responsable con el planeta”. El mensaje es doble: sí se puede hacer ciudad desde lo estético, pero también desde lo ambientalmente coherente.
Monumentos vivos, ciudades con alma
Cada espacio iluminado representa una dimensión profunda de la identidad caleña. Cristo Rey, como faro simbólico; el Teatro Municipal, como refugio del arte del Pacífico; las esculturas felinas, como metáforas de la biodiversidad ribereña; y María Mulata, como homenaje a la alegría resiliente. No es casual que estos sean los escenarios elegidos: son puntos de encuentro emocional con la ciudad y con nosotros mismos como habitantes de ella.
Foto: Comunicaciones Alcaldía de CaliTurismo con raíces, no solo con hashtags
El turismo que se promueve desde esta acción no es el de la postal rápida ni el de la selfie sin contexto. Es una invitación a conocer Cali desde su esencia, a recorrerla con conciencia, y a llevarse algo más que una foto: una historia, un aprendizaje, un compromiso. En un país donde la oferta turística suele reducirse al exotismo o al espectáculo, Cali apuesta por una narrativa más compleja y valiente.
La ciudad como espejo de lo que valoramos
Iluminar estos hitos no debería ser visto como un acto meramente ornamental. Es una forma de decir qué consideramos valioso: el arte, la salud, la cultura, la biodiversidad, la historia. Lo que se ilumina se protege; lo que se protege se recuerda; y lo que se recuerda se transforma. Esta iluminación es, en el fondo, un ejercicio de memoria colectiva que trasciende la estética y penetra en el terreno de lo simbólico.
Cuando el brillo no encandila, sino despierta
Hay gestos públicos que iluminan algo más que las calles: iluminan una forma de pensar la ciudad. Que Cali apueste por la eficiencia energética, por el turismo consciente y por la resignificación de su patrimonio urbano, es una señal de que algo está cambiando. Pero estas luces también son un llamado. A no abandonar los espacios cuando se apagan los reflectores. A cuidar, a interpretar y a asumir responsabilidad por lo que construimos. Porque una ciudad verdaderamente sostenible no es la que más brilla, sino la que menos olvida por qué lo hace.
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