Una velada para la transformación reunió a líderes, tomadores de decisión y activistas que apuestan por un futuro con menos violencias y más oportunidades para niñas, adolescentes y jóvenes en Cali.
Un acto de resistencia con mantel blanco
Santiago de Cali, septiembre 25 del 2025. En días pasados Cali fue el escenario de una noche distinta. No se trató de una gala de premios ni de un encuentro empresarial habitual. Fue una conversación urgente y poderosa en torno a la educación sexual integral como herramienta para transformar entornos marcados por la violencia de género, la desigualdad y la desinformación. La #CenaMásPoderosaDelAño, liderada por la Fundación Poderosas Colombia, convocó a más de 70 personas influyentes —entre líderes sociales, empresariales y comunitarios— que entienden que hablar de cuerpos, derechos y decisiones no es solo una cuestión de salud pública, sino de justicia social.
Cali, una ciudad donde la educación salva vidas
Las cifras no mienten: Cali sigue siendo una de las ciudades más hostiles para las mujeres y la población LGBTIQ+. Según datos de Profamilia y el Observatorio de Equidad de Género, los índices de embarazo adolescente, violencia sexual y desigualdad estructural colocan a la capital del Valle en una situación crítica. En ese contexto, la apuesta de Poderosas —una ONG que trabaja desde 2021 en la región— cobra una relevancia urgente: educar en sexualidad para prevenir, empoderar y transformar. Como afirmó su directora, Mariana Sanz de Santamaría: “Educar en sexualidad es un acto de resistencia. Sabemos que cuando una niña o joven tiene acceso a información, puede decidir con libertad sobre su cuerpo, su maternidad y su futuro”.
Un menú con propósito: política pública, derechos y redes
La cena, realizada en el restaurante Domingo, con el acompañamiento de la chef Catalina Vélez, no fue solo una experiencia gastronómica, sino un espacio para escuchar, dialogar y comprometerse. En la mesa se sirvieron historias reales de transformación, cifras de impacto y propuestas concretas para seguir ampliando el alcance de la Fundación en Cali y municipios del Valle. Desde su llegada a la ciudad, Poderosas ha formado a más de 20.000 personas en círculos de aprendizaje experiencial, abordando temas como derechos sexuales y reproductivos, liderazgo juvenil, género y empleabilidad.
Foto : Fundación Poderosas Colombia
Más que promesas: resultados medibles y vidas transformadas
Los procesos educativos liderados por Poderosas no solo cambian narrativas, también cambian realidades. Un estudio de evaluación de impacto realizado por la organización reveló que las adolescentes que participaron en sus programas aumentaron en un 31% su capacidad de tomar decisiones informadas sobre su cuerpo y su proyecto de vida. En un entorno donde la pobreza, la violencia intrafamiliar y la desinformación siguen siendo obstáculos, estos avances son indicadores de que sí es posible reescribir el futuro a través de la educación.
Por supuesto, aquí tienes una reflexión alternativa, con el mismo fondo y mensaje, pero una estructura diferente, lenguaje más fluido y una voz editorial igualmente firme y reflexiva, ideal para cerrar un artículo con impacto:
El Diálogo no se sirve una sola vez
Hablar de educación sexual integral sigue siendo, para muchos sectores, un tema incómodo. Tal vez por eso es tan necesario hacerlo. Y no solo en aulas o foros académicos, sino en espacios donde se toman decisiones, se generan alianzas y se movilizan voluntades. Lo que ocurrió en #LaCenaMásPoderosaDelAño no fue solo una reunión simbólica, fue una declaración colectiva: la transformación empieza cuando se pone en el centro lo que otros prefieren dejar al margen.
Cuando líderes políticos, empresariales y sociales se sientan a escuchar —y no solo a hablar— sobre lo que viven niñas, adolescentes y jóvenes en Cali, se abre la posibilidad real de construir caminos distintos. La educación sexual integral no es una amenaza a los valores, es una herramienta para la libertad. No impone, habilita. No divide, protege. Y en contextos como el nuestro, es también una forma urgente de justicia.
Que esta cena sea solo el principio. Que los compromisos se traduzcan en políticas, presupuestos y programas sostenibles. Porque mientras haya una sola niña que no pueda decidir sobre su cuerpo, su maternidad o su futuro, la conversación no puede terminar.
El cuerpo no es un tabú. Es territorio. Y educarlo es el primer acto de poder.
0 Comentarios