Cali se convierte en el corazón verde de Colombia con más de 300 negocios sostenibles

La Gran Vitrina Verde y la Semana de la Biodiversidad exponen un nuevo modelo económico basado en la vida, el territorio y la conciencia ambiental

Cali se convierte en el corazón verde de Colombia con más de 300 negocios sostenibles
    Foto: Comunicaciones Gobernación del Valle del Cauca

Una semana para repensar el desarrollo desde la raíz

Redacción de RMC Noticias

Santiago de Cali, 29 de septiembre de 2025, Cali no solo es la capital del Valle del Cauca. Durante la Semana de la Biodiversidad 2025, la ciudad se transforma en un laboratorio vivo de transición ecológica, donde más de 300 negocios verdes desafían el modelo económico tradicional. Lo hacen desde la Plazoleta San Francisco, con productos, soluciones y propuestas que nacen de la tierra, del agua y del saber de comunidades comprometidas con una economía regenerativa.

Lejos de ser una feria más, la Gran Vitrina Verde no solo exhibe productos sostenibles. Es una muestra de país posible. Una plataforma donde la biodiversidad se convierte en protagonista del desarrollo, no como recurso a explotar, sino como tejido vivo que sustenta economías dignas y territorios en equilibrio. En tiempos de emergencia climática, este tipo de eventos plantean una pregunta urgente: ¿qué modelo de vida queremos sostener?

Cali se convierte en el corazón verde de Colombia con más de 300 negocios sostenibles
    Foto: Comunicaciones Gobernación del Valle del Cauca

Negocios que nacen del territorio, no del extractivismo

Cada uno de los emprendimientos presentes en esta vitrina verde encarna una ruptura. Son proyectos que entienden que producir no es sinónimo de destruir. Que crecer no implica necesariamente agotar. Que emprender puede ser también una forma de cuidar. Desde cocinas solares hasta bloques de construcción hechos con residuos plásticos, la creatividad colombiana encuentra caminos donde antes solo había desechos o abandono rural.

Óscar Altaona, creador de Aceites Esenciales y Aromas Colombianas, lo expresa con claridad: “Nuestros cultivos no usan químicos, no envenenan el agua ni la tierra. Todo es parte de un ciclo natural que respetamos”. Esa afirmación no es retórica: es el corazón de una economía biocircular que pone la vida en el centro.

Educación ambiental, el cambio que sí puede empezar por casa

La CVC no solo promueve negocios. También apuesta por la formación de ciudadanos ecológicos. Con el lanzamiento de su Escuela Corporativa de Educación Ambiental, el evento abrió una ruta pedagógica para sembrar conciencia desde las aulas. Estudiantes de barrios populares como La Selva participaron en actividades que, más allá del juego, invitan a pensar el agua, el suelo y la biodiversidad como bienes comunes y no como mercancías.

Educar no es solo informar. Es reconfigurar la forma en que habitamos el mundo. Esta escuela lo entiende. No busca formar ambientalistas de escritorio, sino jóvenes capaces de leer su territorio con otros ojos, con otra ética.

Cali se convierte en el corazón verde de Colombia con más de 300 negocios sostenibles
     Foto: Comunicaciones CVC 

Una fiesta para ver la biodiversidad como aliada, no como obstáculo

Con zanqueros, papalleras y la energía escénica de Delirio, la apertura fue también una celebración cultural. Porque cuidar el planeta no tiene por qué ser un acto solemne o doloroso. También puede ser festivo, colectivo y profundamente humano. Este enfoque le da al evento un carácter distinto: no es solo una feria verde, es un acto de reconciliación con la naturaleza.

Desde las 10:00 a.m. hasta las 2:00 p.m., ponencias académicas, muestras gastronómicas y talleres de emprendimiento ofrecen una programación variada, que articula saber científico, tradición local y conocimiento práctico. Todo bajo un mismo principio: la sostenibilidad como modo de vida, no como eslogan.

Un modelo económico que urge escalar, no marginar

Aunque hoy parecen excepcionales, estos negocios verdes no deberían estar en una vitrina. Deberían estar en la política fiscal, en los planes de desarrollo, en las prioridades de inversión pública. Según datos compartidos por la Gobernación del Valle, este tipo de iniciativas ya representan el 10% del Producto Interno Bruto nacional. No es menor. No es anecdótico.

Que la biodiversidad genere empleo, cohesión social y competitividad es una prueba de que la sostenibilidad no es un lujo, sino una estrategia económica viable. Pero para que esto sea más que una vitrina temporal, se requiere decisión política. No basta con visibilizar. Es urgente institucionalizar.

Más árboles, más conciencia: sembrar como acto político

Uno de los gestos simbólicos más potentes de esta semana es la entrega de 50.000 árboles. No son regalos ornamentales. Son actos de restauración, de reparación y de memoria ecológica. Son también una forma de invitar a la ciudadanía a ser parte activa del proceso. Porque sembrar un árbol no es un gesto menor: es una declaración de futuro.

Cada uno de esos árboles habla de una Colombia que podría ser distinta. Una donde el desarrollo no se mida solo en cemento, sino también en sombra, oxígeno y equilibrio ecosistémico.

No basta con aplaudir lo verde: hay que convertirlo en norma

Celebrar iniciativas como la Gran Vitrina Verde es necesario, pero no suficiente. Mientras lo ambiental siga siendo visto como un componente decorativo del desarrollo y no como su fundamento, el cambio estructural seguirá aplazado. Lo verde no puede limitarse a vitrinas ni a discursos inspiradores que duran una semana; requiere voluntad política, inversión sostenida y marcos regulatorios que hagan posible una economía regenerativa. No se trata de idealizar el emprendimiento sostenible ni de negar sus limitaciones, sino de asumir que la transición ecológica no es responsabilidad exclusiva de quienes resisten desde los márgenes, sino un deber colectivo. La biodiversidad no debe seguir siendo vista como recurso a explotar, sino como base para reconstruir una relación más justa entre economía, territorio y vida. Hay caminos, hay propuestas, hay actores comprometidos; lo que falta es decisión para convertir las ideas en políticas y las políticas en hechos. La sostenibilidad no es una promesa a futuro, es una urgencia impostergable.


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