Una inversión de $4.3 billones, 34 mil empleos y el desarrollo del suroccidente del país están en juego
Imagen pantallazo videoPor: Paulina Arango M
Una década de retrasos y promesas incumplidas
La Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) ha presentado al menos nueve cronogramas en los últimos diez años para la nueva concesión del aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón. Sin embargo, a la fecha, no se ha concretado ningún avance real. Durante el más reciente debate de control político en la Comisión Sexta de la Cámara de Representantes, el presidente de la corporación, Julián David López, cuestionó la falta de decisiones concretas por parte del Gobierno. La omisión no solo frena la modernización del aeropuerto, sino que retrasa la posibilidad de convertirlo en un verdadero hub logístico del Pacífico.
Un impacto económico que se siente en las calles de Palmira
Si no se adjudica la nueva concesión, Palmira dejaría de recibir $30.000 millones anuales en contraprestaciones aeroportuarias. A largo plazo, la cifra asciende a $2 billones en 30 años, fondos que actualmente se proyectan para obras de movilidad, infraestructura vial y renovación urbana. Este vacío fiscal puede comprometer seriamente la inversión en servicios públicos esenciales para una ciudad que, según el DANE, ya enfrenta rezagos en cobertura vial y sostenibilidad de su sistema de transporte.
Modernización paralizada: un aeropuerto estancado en el pasado
El proyecto estructurado por la ANI no solo plantea una operación más eficiente, sino una transformación profunda de la infraestructura aeroportuaria. Las obras contemplan la ampliación de plataformas comerciales y de carga, la construcción de una nueva torre de control, un terminal de bajo costo, 18 puentes de abordaje adicionales, y un nuevo edificio para la Aeronáutica Civil. La meta: aumentar la capacidad de pasajeros de 7 a 15 millones en los próximos 25 años. Sin embargo, todo esto queda en el papel si no se toma una decisión política urgente.
Una alianza público-privada que podría reactivar el suroccidente
A diferencia del modelo actual de administración directa por parte de la Aeronáutica Civil, la concesión permitiría el ingreso de capital privado, experiencia internacional y eficiencia en la operación. La región necesita un aeropuerto que no solo transporte pasajeros, sino que dinamice el comercio exterior, el turismo, y la inversión extranjera directa. De mantenerse el estancamiento, se pierde la oportunidad de fortalecer la economía regional en un momento en que el país busca descentralizar el desarrollo.
¿Quién lidera el futuro del aeropuerto?
El nombramiento de Jorge Mario López Torres como nuevo gerente del aeropuerto ha sido también motivo de polémica. Según denunció el presidente de la Cámara, López Torres no cuenta con la experiencia necesaria para dirigir una terminal de esta magnitud. Esta elección pone en duda la seriedad con la que el Estado está manejando uno de los proyectos de infraestructura más relevantes para el suroccidente colombiano. La tecnocracia, al parecer, sigue sin ser prioridad.
El riesgo de la parálisis: ¿y si el aeropuerto se convierte en un elefante blanco?
Más allá de los cálculos financieros, está la posibilidad real de que el Alfonso Bonilla Aragón se convierta en otro ejemplo de infraestructura subutilizada, incapaz de responder al crecimiento de la demanda aérea en Colombia. Según cifras de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), el tráfico aéreo en América Latina se duplicará en los próximos 20 años. Si Palmira no se prepara, otras ciudades —como Medellín, Bucaramanga o incluso Pereira— podrían asumir el protagonismo logístico que el Valle del Cauca está dejando escapar.
El costo de no decidir
Lo que hoy se debate en la Cámara no es solo el futuro de un aeropuerto: es una decisión sobre qué país queremos construir. La inacción estatal, disfrazada de estudios y promesas, termina hipotecando oportunidades de empleo, crecimiento económico y conectividad para millones de personas. El suroccidente no puede seguir esperando a que Bogotá decida por él.
Desde esta redacción, hacemos un llamado a los líderes políticos y técnicos para que actúen con responsabilidad, con visión de futuro y con sentido de urgencia. La modernización del Alfonso Bonilla Aragón no es un lujo ni un capricho regional: es una necesidad nacional.
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