El exembajador, líder ambiental y político chocoano comienza la recolección de firmas en el suroccidente del país, planteando un modelo de nación incluyente, justo y basado en la reconciliación.
Una campaña que nace desde las periferias
Santiago de Cali, octubre 15 de 2025. Luis Gilberto Murillo, exministro de Ambiente y exembajador de Colombia en Estados Unidos, ha iniciado su recorrido presidencial en Cali, una ciudad símbolo de resistencia, desigualdad y diversidad. Esta elección no es casual: Murillo apuesta por construir su campaña desde los márgenes, donde —según sus palabras— "vive la Colombia olvidada". El objetivo es recoger firmas que respalden su aspiración a la presidencia, pero también visibilizar a quienes históricamente han estado fuera del centro de las decisiones.
Un líder forjado en la adversidad
Nacido en San Juan, en el departamento del Chocó, Murillo ha recorrido un camino poco común en la política colombiana. Desde ser gobernador en dos ocasiones de uno de los departamentos más empobrecidos del país, hasta convertirse en el primer afrocolombiano embajador ante la Casa Blanca, su trayectoria está marcada por la resiliencia y el compromiso con las causas sociales y ambientales. Su experiencia como ministro de Ambiente entre 2016 y 2018 dejó huella con la ampliación de áreas protegidas, la ratificación del Acuerdo de París y una apuesta decidida por la justicia climática.
Un modelo de país para cerrar brechas
Murillo no solo propone una campaña, sino una “expedición por Colombia” que conecte al poder con los territorios excluidos. Plantea un modelo de país basado en la inclusión, donde no existan ciudadanos de segunda o tercera categoría. Para él, el país enfrenta tres desafíos estructurales: desigualdad social, ausencia de un pacto ético compartido y fragmentación institucional. En sus palabras: "No podemos seguir normalizando una Colombia donde las brechas territoriales y sociales empujan a miles a la economía ilegal".
Seguridad, justicia y paz como pilares del desarrollo
Uno de los ejes de su propuesta es restablecer la confianza institucional y generar condiciones de inversión a partir de un entorno seguro y justo. Cree que sin justicia social y reconciliación no será posible atraer inversiones en infraestructura ni garantizar el desarrollo. Murillo propone una visión integral de seguridad, donde la presencia del Estado se exprese no solo en fuerza pública, sino en oportunidades, educación, agua potable y empleo digno.
Diplomacia activa y liderazgo internacional
Desde su rol como diplomático, Murillo ha defendido una Colombia activa en la escena internacional, pero no subordinada. Critica el activismo sin estrategia y propone que el país juegue un rol más sólido como mediador humanitario en crisis globales, como la de Gaza. Considera vital mantener alianzas con Estados Unidos, la Unión Europea, Asia, Arabes y América Latina, especialmente con Brasil y los vecinos del sur, para una inserción más soberana y útil del país en el mundo.
Cada firma, una voz que nunca fue escuchada
“Cada firma que recogemos no es solo un apoyo: es una voz que quiere ser escuchada”, afirma Murillo. En Cali, miles de desplazados, jóvenes sin empleo y comunidades afrodescendientes ven en esta candidatura una posibilidad de representación real. No se trata solo de una campaña electoral, sino de un movimiento social que busca reconfigurar la forma en que se ejerce el poder en Colombia. Es un llamado a construir desde abajo, a gobernar para quienes nunca han gobernado.
¿Y si el centro ya no es el punto de partida?
Durante décadas, la narrativa nacional se ha escrito desde el centro del poder: las grandes ciudades, los despachos oficiales, las cúpulas políticas. Pero las periferias —esas regiones históricamente excluidas— han sostenido al país con su trabajo, su resistencia y su silencio. Iniciar una campaña presidencial desde Cali, donde convergen comunidades desplazadas, juventudes sin oportunidades y culturas diversas, no es una casualidad: es una declaración política. Es asumir que la Colombia profunda debe dejar de ser solo una causa para convertirse en protagonista del futuro. Esta propuesta, lejos de los discursos tradicionales, plantea un modelo de nación incluyente, que entienda que donde hay abandono hay fragilidad institucional, y que sin justicia social no habrá paz ni desarrollo posible.
Cada firma recogida en los barrios y comunas del suroccidente es una voz que exige ser tenida en cuenta, una respuesta a décadas de olvido estatal. En un contexto de polarización, desigualdad y violencia persistente, la reconstrucción del país no puede seguir partiendo de las élites, sino de un nuevo pacto con los territorios. Recuperar la confianza implica gobernar con y para los que han estado al margen. Tal vez haya llegado el momento de aceptar que no se trata solo de representar al país, sino de reconstruirlo desde sus bordes, donde, aunque el poder no haya mirado, siempre ha latido con más fuerza la esperanza.
0 Comentarios