Fuerza Pública desplegará un dispositivo masivo para garantizar la jornada electoral del 19 de octubre. El reto: cuidar sin intimidar y fortalecer la participación de los jóvenes, no solo su vigilancia.
FOTO: Prensa Gobernación del Valle del Cauca
Redacción RMC Noticias
Santiago de Cali, octubre 15 de 2025. A pocos días de las elecciones de los Consejos Municipales de Juventud en el Valle del Cauca, el departamento se prepara para una jornada clave de participación ciudadana con una cifra que, por su magnitud, llama la atención: más de 2.200 hombres de la Fuerza Pública —entre Policía y Ejército— serán desplegados en el territorio. La seguridad está garantizada, sí, pero el trasfondo de esta movilización plantea una pregunta inevitable: ¿cuánta fuerza necesita realmente una fiesta democrática?
Un operativo de gran escala para una jornada local
El anuncio fue hecho durante un consejo de seguridad liderado por la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, junto a autoridades electorales y de control. La cifra es contundente: 2.200 uniformados desplegados en los 42 municipios del departamento para garantizar el orden durante las elecciones juveniles del 19 de octubre y la consulta interna del Pacto Histórico, programada para el 26. Aunque el enfoque es la seguridad, el volumen del dispositivo revela una tensión latente entre participación ciudadana y conflictividad social.
Juventudes, democracia y garantías
Este proceso electoral, dirigido a jóvenes entre 14 y 28 años, busca revitalizar la democracia local. Se trata de elegir representantes en los Consejos Municipales de Juventud, un espacio pensado para canalizar propuestas, ejercer control político y fomentar la incidencia juvenil. A pesar del valor simbólico y político del ejercicio, preocupa el contexto: en Colombia, las juventudes han sido blanco de estigmatización y violencia, especialmente tras el estallido social de 2021, en el que muchos jóvenes fueron protagonistas y víctimas.
Seguridad garantizada, pero… ¿confianza también?
Desde la Policía Metropolitana de Cali, el coronel Wilson Silva aseguró que la institución ha dispuesto “todas sus capacidades institucionales” para blindar la jornada. El Ejército, la Fiscalía y autoridades civiles coordinarán los operativos. Sin embargo, la presencia militar masiva en procesos de participación juvenil puede tener un efecto ambiguo: mientras algunos lo ven como garantía, otros lo perciben como intimidación. La confianza en las instituciones, especialmente entre los jóvenes, no se fortalece solo con uniformes en la calle.
Incentivos para votar: ¿son suficientes para movilizar?
Además del llamado al voto, el Gobierno ofrece beneficios concretos a quienes participen: descuentos del 10% en el pasaporte y la libreta militar, y un día de compensación laboral. Estas medidas buscan estimular la asistencia a las urnas, pero aún se enfrentan a un gran obstáculo: la apatía política y la desafección hacia los mecanismos institucionales. Según cifras del DANE, el 55% de los jóvenes entre 18 y 28 años no confía en los partidos políticos ni en el sistema electoral.
¿Qué se juega en estas elecciones?
Más allá de elegir consejeros, lo que está en juego es la legitimidad de una nueva generación política. Si los Consejos de Juventud no logran conectar con las realidades territoriales, podrían convertirse en un trámite vacío. La participación debe ir más allá del voto y transformarse en acción política constante. En un país donde los jóvenes lideran movilizaciones, crean redes de solidaridad y construyen desde los márgenes, su presencia en las urnas debería ser solo el inicio, no el final del camino.
Cuidar la democracia no es solo custodiarla
La participación juvenil en Colombia necesita más que operativos de seguridad: requiere entornos donde los jóvenes puedan expresarse, incidir y transformar sin sentirse vigilados. La presencia masiva de la Fuerza Pública durante unas elecciones pensadas para fortalecer la democracia juvenil es un síntoma preocupante. Si para ejercer el voto se necesita despliegue militar, es porque aún no hemos construido una cultura de confianza entre el Estado y la ciudadanía joven.
Proteger la democracia implica algo más que custodiar las urnas. Se trata de ofrecer garantías reales de participación y representación para quienes históricamente han sido marginados del poder. La juventud ha demostrado su capacidad de organización, pensamiento crítico y liderazgo social. Hoy más que nunca, no basta con convocarlos a votar; es urgente abrirles espacios reales de decisión. Una democracia que necesita proteger el voto con fuerza pública aún está lejos de ser una democracia plena.
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