El campo colombiano entra en la conversación política con nuevas exigencias y viejas deudas por saldar.
Un respaldo con historia y raíces profundas
La ANUC, fundada en 1967, ha sido una de las voces más persistentes en la lucha por la tierra y la dignificación campesina. Su apoyo a Roy Barreras refleja un intento por llevar las demandas rurales al corazón del poder político.
Durante el encuentro, el vicepresidente nacional de la ANUC, Rosmy Rojas Luna, declaró:
“Nos sentimos hoy satisfechos con su presencia… porque estamos dispuestos a hacer parte del Frente Amplio y a apoyar su candidatura a la Presidencia de la República.”
Este anuncio busca articular la agenda agraria con el proyecto político de Barreras, en un país donde la tierra sigue siendo el mayor punto de fractura entre lo urbano y lo rural.
El campo exige hechos, no discursos
“Tenemos malas vías y nuestra prioridad es la tierra. El proceso de la reforma agraria es muy importante para esta organización.”
Según cifras de la Unidad de Planificación Rural Agraria (UPRA), hasta mayo de 2025 se habían entregado 216.881 hectáreas del Fondo Nacional de Tierras, una cifra que, aunque significativa, representa apenas un avance parcial frente a las metas pactadas.
Foto: Prensa Roy BarrerasMujeres rurales: la fuerza silenciosa del cambio
La representante de la zona Occidente, Claudia Ángel, hizo un llamado a incluir a las mujeres rurales en la toma de decisiones:
“La participación femenina en el campo es esencial para sanar las heridas del campo y fortalecer las raíces del país.”
Sus palabras visibilizan un tema muchas veces olvidado en la agenda pública: la brecha de género en el acceso a la tierra y al crédito agrícola. Según la FAO, menos del 30 % de los títulos de propiedad rural en Colombia están a nombre de mujeres, una cifra que refuerza la necesidad de políticas con enfoque de género en el próximo gobierno.
Roy Barreras y su narrativa campesina
Sin embargo, su reto no será solo discursivo. Las expectativas sobre su coherencia entre origen, discurso y acción serán altas, especialmente tras los cuestionamientos que ha enfrentado su campaña en materia ética y política.
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El campo no puede seguir esperando
El campo no puede seguir esperando. El respaldo de la ANUC es una señal clara del agotamiento rural frente a décadas de promesas incumplidas. Las ciudades han monopolizado el poder político y económico, relegando a los campesinos a un lugar marginal en la construcción del país. Si el discurso no se convierte en acción, la brecha entre los dos mundos seguirá ensanchándose.
La presencia de Barreras en Las Cruces —el barrio que lo vio crecer— encierra una poderosa metáfora: el retorno al origen. Pero ese retorno solo tendrá sentido si el proyecto político que impulsa traduce el símbolo en política pública, en presupuesto, en vías, en tierra productiva y en reconocimiento real.El respaldo de la ANUC a Roy Barreras reabre un debate que Colombia ha postergado por generaciones: ¿puede el campo ser protagonista del cambio o seguirá siendo su espectador?
El desafío no es solo electoral, es ético y social. Si la tierra vuelve al centro del discurso nacional, el país tendrá la oportunidad de cerrar una deuda histórica. Pero si la política repite el ciclo del olvido, el campo seguirá hablando solo, esperando que alguien lo escuche más allá de las urnas.





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